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Huerto escolar: un proyecto nutritivo

13.05.2014  Hace un par de años se construyó el invernadero de nuestro Instituto, donde hoy se cultiva algo más que hortalizas.


Esta actividad extraprogramática es dirigida por la profesora Verónica Díaz, quien nos compartió su experiencia a través de las siguientes reflexiones acerca de su actividad con los alumnos.


PROYECTO INVERNADERO


El huerto escolar es un recurso educativo ideal para conectar a nuestro alumnado con su entorno rural, desconocido para muchos. Es por tanto, una herramienta con la que los alumnos y alumnas pueden conocer de manera práctica las distintas tareas que han de realizarse para obtener los frutos que nacen de la tierra y valorar y respetar la naturaleza. Disponer y trabajar de forma sistemática con un recurso educativo de este tipo aumenta la sensibilidad de los alumnos/as hacia cuestiones medioambientales de vital importancia hoy en día, como son la escasez de los recursos naturales; la importancia de una gestión y explotación de los mismos, basada en criterios de racionalidad, responsabilidad y sustentabilidad; y la estrecha interdependencia entre los distintos entornos y ámbitos en los que vivimos. Es importante transmitir esto desde que los niños son muy pequeños.


Deseamos que todos y todas aprendamos de todos, y fundamen-talmente aprendamos a valorar la tierra que nos da los frutos que normalmente compramos en los supermercados. Queremos que nuestros alumnos planten una semilla de zanahoria o de lechuga, la abonen, la rieguen, la vean crecer y puedan recogerla a lo largo del curso escolar; incluso comerla.


Vale la pena que nos demos cuenta de que nuestras acciones pueden generar o degradar la vida y que podrían acabar con ella incluso. Sin embargo, nadie debe pensar que en este momento lo que la naturaleza necesita es una mirada pasiva, sino todo lo contrario, lo que se necesita es despertar en cada ser humano un respeto profundo y sobre todo un amor hacia su entorno que lo haga capaz de conservarlo y de compartirlo con los demás de una forma solidaria.


No hay duda de que nosotros, como educadores, escuchamos esta demanda que la sociedad nos hace y por eso hemos de formar a los futuros ciudadanos no sólo en el estudio teórico de la naturaleza, sino también les hemos de enseñar a vivir con ella.


Así pues, todas las referencias que haremos de aquí en adelante al huerto escolar ecológico, en lo que hemos llamado “Proyecto Invernadero”, las hemos de relacionar con un intento de educar medioambientalmente.


TALLER


Hace tres años se realiza en nuestro colegio el Proyecto Invernadero, un taller extraprogramático que entusiasma muchísimo a los niños del primer ciclo básico. Cada año son tantos los alumnos inscritos que es necesario distribuirlos en dos grupos. Cada grupo está a cargo del invernadero un día a la semana durante una séptima hora, es decir desde las 12.45 a las 13.30 horas. En ese tiempo y dependiendo de la época del año, los niños preparan la tierra con herramientas adecuadas a su tamaño y edad, seleccionan semillas, siembran, transplantan, riegan, desmalezan y finalmente, luego de un largo proceso, con muchos cuidados y con mucho aprendizaje, cosechan el fruto de su trabajo.


Nos hemos enfocado, principalmente en:

  – Valorar el medio ambiente por medio del cultivo de invernadero, comprendiendo la importancia de su cuidado para el desarrollo de las especies cultivadas.

  – Aprender qué significa medioambiente y qué debemos hacer para cuidarlo.

  – Crear y propiciar instancias en el tema medioambiental, incentivando la toma de conciencia del significado de la sustentabilidad que la naturaleza proporciona a la familia y al entorno.


Los estudiantes asisten al invernadero para preocuparse de su limpieza y regadío (utilizan muchas veces aguas lluvia) donde cada grupo realiza determinadas acciones, dependiendo de los recursos disponibles para ese día. Utilizan y comparten las herramientas necesarias para este trabajo como son los rastrillos, palas y regaderas, algunas construidas con botellas recicladas.


La cosecha es seguramente el tiempo más esperado, como en la horticultura tradicional, pero aquí el tiempo de espera se convierte en un precioso tiempo de aprendizaje, de valoración del trabajo manual y de la alimentación sana. Un aprendizaje que vincula al niño con lo auténtico, con lo natural, con la riqueza del trabajo en equipo, con la importancia de la responsabilidad de cada uno en la labor que le corresponde y con la responsabilidad de cada grupo. El resultado es el fruto del esfuerzo de todos y sóolo hay buenos frutos cuando cada grupo ha cumplido cabalmente con su misión.


El trabajo del invernadero desarrolla en los niños muchas habilidades y de hecho puede ser utilizado como una forma entretenida y diferente de aprender nuevo vocabulario, de realizar cálculos matemáticos resolviendo problemas reales, número de semillas por m2, cantidad de agua requerida por una planta por día, semana, mes, etc. Gran parte de los contenidos de la clase de Ciencias Naturales pueden realizarse en terreno, aprovechando no sólo el invernadero, sino la experiencia de los alumnos que forman parte de este taller, como de hecho se hace muchas veces.


Finalmente, con todas las bondades que tiene el cultivo de la tierra, los niños aprenden a cultivar también la paciencia, pues cada época del año tiene un quehacer diferente hasta llegar al esperado momento de comerse una rica ensalada con frescas lechugas. Seguro la mejor ensalada de lechuga que han comido porque es el producto de su largo y paciente trabajo.


Más fotografías en nuestra galería de mayo.


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